La visita del Ministro de Defensa Pedro Morenés, a Afganistán del pasado 25 de septiembre supone un punto de inflexión en una misión internacional por la que han pasado nada menos que veintinueve
mil militares españoles desde 2002.
Lo que acaba de acontecer es la transferencia de las instalaciones de la Base "Ruy González de Clavijo", sita en Qala-i-Naw, a las autoridades afganas, en concreto a los militares de la 3ª Brigada
del 207º Cuerpo de Ejército. Los soldados españoles, de los que permanecían allí ya sólo trescientos, han abandonado el lugar en un convoy al que se le dio el nombre de "El último infante". Treinta
vehículos permitieron llevarlos hasta la Base de Herat.
El abandono de ese emplazamiento en la provincia de Badghis supone un cambio significativo en las operaciones que el Ejército de Tierra español, y elementos de las otras ramas de las Fuerzas Armadas,
llevan a cabo en Afganistán. En unos diez años en la zona se han realizado unas veinte mil misiones y recorrido más de tres millones de kilómetros.
El esfuerzo logístico y personal -no debe olvidarse que el número de bajas derivadas de la misión en aquel país asiático es de un centenar- para ayudar a la Seguridad en la zona ha sido muy
importante, con una dedicación ejemplar que ha derivado en una buena interacción con las autoridades locales y con diversos programas para llevar a cabo mejoras en infraestructuras asociadas a la
vida civil de la población.
Poco a poco, se va a ir reduciendo, según se planificó en el ámbito de la Alianza Atlántica, la presencia occidental en el territorio afgano. A partir del 2014 es previsible que sólo queden allí
pequeños grupos de asesores y especialistas, asesorando a las fuerzas locales e instruyéndolas. La "inversión" realizada allí, en todos los sentidos, ha sido muy grande como para dejarla de lado
ahora, por lo cual lo más lógico será seguir manteniendo los necesarios contactos con sus autoridades para propiciar que sean capaces por sí mismos de neutralizar las amenazas actuales o aquellas que
se les puedan presentar en un futuro próximo.
“Son las diez de la mañana y los primeros aviones internacionales comienzan a aterrizar en el Aeropuerto Internacional de Carrasco, en Montevideo (Uruguay). La Policía Aérea de la Fuerza Aérea Uruguaya (FAU) patrulla la zona y se ocupa de dar cobertura a los dispositivos técnicos que controlan el flujo de pasajeros y mercancías que entran y salen de la terminal. De pronto, salta una alarma. Han visto un sujeto sospechoso dirigirse a una aeronave que está presta para partir. Cuando se aproximan para identificarlo se produce un altercado que deriva en una refriega de disparos y el objetivo entra en el avión, escudándose con los que allí se encuentran. Se activa un Plan prefijado para este tipo de incidentes.
Negociadores especializados, un amplio dispositivo de contención para impedir el acceso al perímetro y unidades de asalto se personan en el lugar para estar en disposición de intervenir en caso de ser necesario. Van pasando las horas y el incidente va tomando un cariz bien distinto del inicial, abandonando el sujeto su actitud violenta y optando por entregarse a las fuerzas de Seguridad. Lo que amenazaba como una situación crítica ha resultado no ser más que un problema derivado de una actitud poco meditada y nada inteligente. La vía judicial será la encargada de valorar actitudes y aplicar correctivos para reconducirlas.”
El texto con el que hemos iniciado estas páginas refleja una hipótesis más o menos próxima a las que se valoran de forma regular en ese emplazamiento para valorar capacidades y efectividad de respuestas. En Uruguay, sólo los recursos militares están oficialmente preparados para dar respuesta a un problema tan complejo como es la intervención en un avión -en todo caso una acción de tipo “tubular”- para acabar con captores y liberar a secuestrados. Se requiere conocer unas técnicas determinadas, tener una destreza concreta, contar con suficientes hombres y que estos tengan el equipo necesario para lograr el fin pretendido.
Las páginas de esta revista le san ido mostrando, en artículos publicados en los últimos años, cual es la realidad actual de algunas de las unidades más significativas del Ejército de Tierra (ET)
español.
Entre ellas, les hemos presentado algunas especializadas en lo que es la Defensa Antiaérea, por lo cual su organización y medios están orientados para la neutralización de aquellas aeronaves
adversarias que puedan intentar invadir el espacio aéreo nacional o aquella zona que, por algún interés concreto, pueda estar protegiéndose en un determinado momento. Es una labor que no suelen hacer
solos, pues se coordinan con otros medios del Ejército del Aire, de la Armada o, incluso, con los de países aliados.
En todo caso, las unidades de Artillería Antiaérea (AAA) del ET se enmarcan dentro de un Mando propio, el MAAA que en mayo de 2013 ha cumplido veinticinco años de existencia. Aprovechando esa
efemérides hemos preparado este Informe que les presenta cual es su estado actual, algunas de sus capacidades y que medios más característicos posee.
Como el lector de SOLDIERS-Raids podrá ver en las páginas siguientes, los medios que tiene a día de hoy asignados este Mando son significativos, con más de cien lanzadores de misiles, medio
centenar de piezas artilleras y una treintena de radares de diferentes tipos y capacidades, conjunto que, unido a sistemas de coordinación, grupos electrógenos, vehículos,..., permiten establecer con
ellos una serie de dispositivos defensivos que garantizan una elevada capacidad de defender distintos emplazamientos vitales ante ataques puntuales o en masa.
No hay que olvidar que el ET cubre en el caso de España misiones que en otros países realizan sus fuerzas aéreas y que su aportación, con medios antiaéreos y de detección, a lo que es la Defensa
Aérea es vital. Lo es también para garantizar la autoprotección de sus propias unidades en caso de operaciones en las que puedan ser atacadas desde el aire o para apoyar dispositivos multinacionales
a los que sea oportuno dar alguna de las capacidades propias del MAAA.
Ciberataques, conflictos asimétricos, terrorismo,..., son algunas de las amenazas a las que, según la Directiva de Defensa
Nacional o la reciente de Estrategia de Seguridad Nacional, puede enfrentarse España en un futuro más o menos cercano. Sin olvidarnos de lo que puede acontecer en la zona próxima mediterránea tras
los incidentes recientes acontecidos en países como Libia, Egipto o Siria, que pueden incidir en una desestabilización del área con consecuencias imprevisibles para numerosos países del entorno
occidental, la realidad actual española es que no hay amenazas concretas a las que atender de inmediato y ante algunas no lo haríamos solos, pues se engloban dentro de lo que la Organización del
Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ofrece a quienes son sus miembros.
En todo caso, nos hemos propuesto en estas páginas hacer un análisis inteligente, con los datos que tenemos y que se pueden difundir sin incidir en confidencialidades, de lo que es la capacidad
ofensiva del Ejército del Aire (EA) español, ámbito que englobaremos dentro de la concreción genérica de "poder aéreo".
2013, el año que ahora acaba, ha supuesto un punto más en la inflexión negativa de las capacidades que se tenían. La crisis económica, que afecta a los componentes de las Fuerzas Armadas españolas de una forma profunda, ha propiciado decisiones que están alterando el estado de las cosas, por lo cual, aparentemente, en el 2014 los medios operativos van a tener una menor entidad, que no de una menor capacidad.
Nos explicamos. Se ha decidido dar de baja, dentro del Mando Aéreo de Combate (MACOM), el sistema de armas Mirage F-1 que, aunque modernizado a la versión M, tenía una dilatada vida a sus espaldas y con ya pocos aparatos volando y con capacidad real, aunque su retirada previsible puede suponer un hándicap al que hay que hacer frente. El mismo se centraría en aquel modelo con el que se le pensaba sustituir, el EF-2000 “Eurofighter” que tal como están las cosas hoy parece que no completará las previsiones que se tenían ni en lo que será el número final de los recibidos ni en lo que serían sus capacidades operacionales.
Hace sólo unos meses tuvo lugar una práctica formativa relacionada con la metodología del abordaje naval a naves hostiles. La misma, englobada en el entorno conocido por las siglas VBSS (Visit
Board Search and Seizure), tuvo como protagonistas a los Marines antiterroristas del Pelotón nº 5 del FASTPAC (Fleet Anti-terrorism Security Team Pacific) y a un grupo de agentes de la División de
Botes del Departamento de Policía de Hong Kong (HKPF, Hong Kong Police Force).
El adiestramiento, que se desarrolló aprovechando la visita a la ciudad de la nave de Mando LCC 19 "Blue Ridge", se enmarca dentro de la voluntad local de mejorar procedimientos y capacidades para
atender a la cada vez más importante actividad de tráfico ilegal de mercancías y personas, intentando adecuar el potencial policial naval a lo que se ha planteado a nivel político y
administrativo.
En estas páginas vamos a presentarles lo que es la capacidad Marítima de la HKPF, importante si tenemos en cuenta la entidad de personas y medios que involucra y relevante en lo que es el
mantenimiento de la Seguridad en un área metropolitana de poco más de cien kilómetros cuadrados en la que viven unos siete millones de personas, el noventa y cinco por ciento de ellas de etnias
chinas.
Preparar el futuro Los acuerdos de 1997, tras muchos años de soberanía británica, establecieron un plan a medio siglo vista por el cual lo que ahora es una Región Administrativa Especial pase
a ser un territorio más de China. Entretanto, lo que se están aposentando son unas líneas de trabajo determinadas en las que buscan propiciar una mayor efectividad de un núcleo de trabajo formado por
más de veintiocho mil cuatrocientos agentes, cuatro mil auxiliares y cerca de cuatro mil seiscientos civiles contratados. Los coordina el Comisionado Andy Tsang Wai-hung.
En su entorno de despliegue hay establecida una Fuerza de carácter marítimo que es la que nos ocupa.
Todos recordamos las imágenes del tsunami que azotó Japón en marzo de 2011 tras un terremoto especialmente intenso. Los estragos causados por las aguas incontroladas propiciaron el despliegue de
diferentes recursos, los militares entre ellos. Hasta allí, para realizar diferentes labores, se trasladaron unidades especializadas, siendo una de ellas la que les presentamos en estas páginas. La
componen personas que han recibido un adiestramiento específico que se suma al genérico de la fuerza de élite en la que se encuadran, el Cuerpo de Infantería de Marina de los Estados Unidos (USMC,
United States Marine Corps).
Personal de la Fuerza de Respuesta ante incidentes Químicos o Biológicos, la CBIRF (Chemical Biological Incident Response Force) fue enviado, dentro de lo que se designó Operación "Tomodachi", a la
zona en avión dado el cariz problemático que presentaban algunas instalaciones nucleares que habían resultado dañadas por un terremoto de magnitud 9 en la escala de Richter. El núcleo inicial CSAT
(CBIRF Situation Awareness Team) partió en doce horas y en noventa y una se habían enviado cinco aviones con material, treinta vehículos y personal a la zona de destino. Su presencia se enmarcaba en
el hecho de que su alta capacitación técnica les convierte en un recurso de gran utilidad tanto en situaciones propias del entorno militar como en otras muchas asociadas a la vida civil, dualidad de
actuación que genera en ellos una mayor rentabilidad como recurso de emergencia.
La "invasión" internacional china comenzó hace unos años a través de la compra de recursos estratégicos, la adquisición de importantes activos mobiliarios e inmobiliarios, o una política de ventas
que propugnaba productos de bajo precio y mala calidad, la que todos conocemos a través de las tiendas "todo a cien". Hoy, las cosas han cambiado mucho. Siguen creciendo, pero han perdido algo de
"fuelle" en su actividad y están derivando sus energías hacia otros sectores, como sucede con sus actuales negocios de hostelería.
En el campo militar la situación también ha cambiado mucho. La llegada de nuevas tecnologías a su poder, unas surgidas de investigaciones propias y otras -la mayoría- provenientes de una hábil
adaptación de otras obtenidas por diversos cauces, les ha permitido un avance sustancial en lo que a equipos y sistemas se refiere, siendo capaces ahora de promover el diseño, fabricación o venta de
capacidades que hace sólo una década nos parecerían impensables.
En esa línea de liderazgo de producto se encuentra la empresa NORINCO. La conocida como China North Industries es una corporación que tiene su sede en Pequín y que se ha centrado en el desarrollo de
sistemas de armas destinados a consumo interior y a la exportación, propiciando desde hace unos pocos años, a través de su presencia en las principales ferias internacionales, la muestra de modelos
que llaman mucho la atención porque reúnen aspectos que, de alguna forma, podemos de calificar como curiosos.
Esta última aseveración se sustenta en su capacidad para integrar conjuntos surgidos para una necesidad en nuevos diseños para dar cabida a otras, siendo ejemplo de ello la decisión interesante de
situar montajes antimisil navales en camiones para cubrir objetivos bien diferentes de los que tenían cuando se concibieron. También, han sido hábiles a la hora de materializar copias singulares de
diseños ya existentes, como sucede en el caso de direcciones de tiro mundialmente conocidas de origen suizo, aunque ellos han dado un paso más motorizándolas en vehículos para favorecer su
movilidad.
En nuestro recorrido por diversos museos del mundo, para conocer las colecciones que se recogen en sus salas y mostrárselas en las páginas históricas de SOLDIERS-Raids, nos adentramos por
diferentes realidades. Es habitual, porque son más numerosos, que nos centremos en aquellos extranjeros que a lo largo de los últimos años hemos ido visitándoles, con colecciones que son
especialmente atractivas y vistosas.
Este último carácter, teniendo en cuenta especificidades que son distintas, lo encontramos también en alguno de los que hay distribuidos a lo largo de la geografía española. Unos, auspiciados por el
Ministerio de Defensa o los diferentes ejércitos, son mayores y más conocidos, por lo cual el público en general sabe de su existencia y lo visita con asiduidad. Esa realidad contrasta con otra
opción, la de las pequeñas salas museísticas organizadas en diferentes unidades o acuartelamientos para recoger todo tipo de objetos y recuerdos provenientes de una actividad más o menos
dilatada.
Este sería el caso del que hablaremos en estas páginas y que esperamos sea de su interés, recomendándoles lo visiten si les es posible porque ofrece detalles sumamente curiosos y la posibilidad de un recorrido técnico-histórico específico que no hemos visto en otro lugar del mundo. Nos referimos al Museo de la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales (EMMOE), Centro formativo del Ejército de Tierra (ET) con un carácter especial que ha servido, a lo largo de casi setenta años -se creó en abril de 1945-, como nexo institucional en lo que a la preparación de los mandos -tanto oficiales como suboficiales- del Ejército, de otras ramas de las Fuerzas Armadas y de diferentes países aliados y amigos.