En diferentes ámbitos de la vida privada de nuestro entorno más próximo se viene usando la frase que hemos escogido para la editorial en referencia a la capacidad de las personas para expresar, de forma equilibrada, emociones. Ese carácter, el que queda definido por palabras como equilibrio, es el que algunos, a nivel internacional, se deberían plantear a la hora de sus manifestaciones públicas. En los últimos tiempos estamos viviendo situaciones complejas que se definen en escenarios tan aislados como Ucrania, donde grupos separatistas se vienen enfrentando desde hace meses con quienes pugnan por ser partícipes de “madre Rusia”, o Israel, nación cuyo presidente ha realizado unas inquietantes declaraciones en el marco del Congreso de los Estados Unidos.
Independientemente de estar más o menos de acuerdo o desacuerdo con la forma distinta de afrontar dos problemas que son relevantes, lo que desde aquí querríamos, porque a la larga nos parece que será más beneficioso para todos, es que quienes negocian, deciden, pactan, amenazan, interactúan,…, lo hagan con una capacidad mental más abierta, pues en ocasiones su cortedad de miras no les hace ser especialmente partícipes de la realidad. En el primer entorno, Rusia ha adoptado una posición en cierta medida beligerante que ya le está pasando factura internacional, por lo cual las partes están llamadas a entenderse por sí mismas y a evitar, porque parece no ser lo mejor, injerencias de algunos países europeos. Si el propósito final es la paz, hay que actuar diligentemente en ese sentido.
En el segundo se encuentran Irán e Israel, tradicionalmente enfrentados. Es verdad que los segundos tienen derecho a mantener su integridad territorial que ha sido amenazada, por lo menos verbalmente, por los primeros. Pero los derechos de unos pueden ser idénticos a los de otros. El armamento nuclear es tan peligroso en manos de los iraníes como en cierto momento dado podría serlo en las de los israelíes. Lo que hace falta en este caso es desescalar tensiones y apostar por una solución pactada y negociada que interese a los protagonistas y, por añadidura, al resto. Ya se sabe… algunos no son todo lo inteligentes que cabría.
“Hace frío. Se nota en el semblante de aquellos que están próximos a mi posición, aunque ellos mantienen una charla bastante animada que parece distraerles de las condiciones ambientales que nos rodean. De pronto, percibimos un ronroneo que viene de lejos… lo que llama nuestra atención. Vemos despuntar, por una loma situada a unos cuatrocientos metros de donde nos encontramos, un par de aeronaves que, a primera vista, no identifico bien. Cuando se aproximan algo más observamos ya sus dos grandes rotores y el camuflaje de su fuselaje, lo que deja claro que se trata de helicópteros de transporte CH-47 “Chinook” de las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra, las FAMET.
Toman tierra cerca, abren el portón trasero y de cada uno de ellos descienden un par de hombres que, con vistosas señas, nos incitan a embarcar. Yo lo hago con un grupo de unos veinte militares que van armados con rifles antimaterial Barrett M-95SP del calibre 12,70x99mm (.50 Browning), puestos de tiro del sistema contracarro Rafael “Spike” o algunas ametralladoras ligeras Heckler & Koch (HK) MG4 del 5,56x45mm, sistemas que les confieren notable capacidad en el caso de tener que enfrentarse a adversarios de mayor entidad o provistos con vehículos. En el otro embarca un núcleo de personal más compacto y con ellos varias motocicletas todo terreno.
Partimos del lugar y tras veinte minutos llegamos a nuestro destino. Toman y desembarcamos. Nosotros, avanzamos a pie para ocupar unas posiciones de observación en una zona boscosa. Los que se mueven en motos, progresan por unas pistas para realizar un cometido similar pero en un punto más avanzado. Captan imágenes con sistemas térmicos y cámaras fotográficas. Las envían hacia donde nos encontramos. Esos datos y los nuestros son “compactados” en informes que vía HF (High Frequency) se envían regularmente a los órganos de Mando para su análisis y la toma de decisiones. Tras, treinta y seis horas allí toca la hora de regresar.
Las sensaciones que uno vive cuando visita países diferentes del propio son bien diversas y aúnan una serie de “imputs” que no pueden ser bien distintos para cada persona. Este es el caso de nuestra experiencia en un reciente evento de Defensa, lugar curioso, alejado de lo que habíamos visto hasta ahora y que nos ha transmitido una serie de percepciones que queremos transmitirles en el reportaje que les presentamos este mes y en la segunda parte que incluiremos en el número del próximo mayo.
El punto donde ha tenido lugar es en la zona asiática del Golfo Pérsico, exactamente en Abu Dhabi que es la capital de los Emiratos Árabes Unidos (UAE). El recinto donde se ha celebrado ha sido el pabellón de congresos de ADNEC (Abu Dhabi National Exhibitions Centre), un centro moderno y amplio que ha permitido aunar en un mismo entorno tres ferias militares distintas. Las fechas, entre los días 22 y 26 de febrero. Los asistentes, profesionales llegados desde todos los puntos del planeta y en especial representantes de firmas comerciales que buscaban interesar a los grandes compradores de la zona -el petróleo genera unos ingresos que permiten asumir costosos programas de Defensa y Seguridad que en Occidente se han tenido que postergar o reducir- en lo que les ofrecen, tecnología puntera y en muchos casos desarrollos específicamente surgidos para satisfacerles.
“La vida de un soldado de Infantería Ligera italiana es una vida de sufrimiento. Combate a pie y con el equipo a cuestas, como los legionarios romanos. Ha cambiado el material pero no el concepto. Hemos de sobrevivir y también vivir. Estamos capacitados para vivir, combatir y operar en condiciones extremas, con una motivación especial y una fuerza moral particular”.
Estas palabras las he extraído de una larga conversación con un responsable de formación del Ejército italiano (EI) y definen especialmente bien el carácter de las tropas de las que aquí hablaremos. La charla, alrededor de una buena cena y un agradable encuentro, se remonta a un par de años y a Bolzano, en la zona norte de Italia. Las tropas alpinas que trabajan en ese lugar están especialmente preparadas para operar, como demostraron bien durante las guerras mundiales que azotaron Europa en la primera mitad del siglo pasado, en un escenario agreste que es hostil pero que ofrece a los que conocen con moverse por él el beneficio de convertirse en aliado.
En estas páginas voy a hablarles a los lectores de SOLDIERS-Raids de cómo se prepara un grupo considerado de élite. No lo es por su capacidad militar propiamente dicha, aunque en algunos matices sí se aproxime mucho a ello. Lo es porque se trata de militares adiestrados para operar en situaciones donde el clima adverso, el frío o la nieve serán especialmente habituales. Esas condiciones exigen de los hombres una especial “dureza”, aspecto que abarca cualidades físicas pero también psicológicas. A esos militares se les conoce con el apelativo genérico de “Alpini”.
… Por cierto, en este entorno se mostró también el designado como HCAR (Heavy Counter Assault Rifle) que presentaba Ohio Ordnance Works, una “actualización” del antiguo BAR (Browning Automatic Rifle) del 30.06 Springfield que ahora se beneficia de nueva ergonomía y mayor potencial de empleo operacional, cualidades que siempre pueden ir bien para apoyar determinadas actuaciones en las que la contundencia pueda ser requerida. De los rifles semiautomáticos, señalar que casi todos estaban basados en la familia AR10. Nos gustó, por su acabado y aspecto, el designado VTAC 7,62 Carbine de Troy Industries; ofrece precisión inferior a 1 MOA y lo hace en un conjunto que destaca por su cañón de 16” -paso de estría de 11,25-, una culata extensible que admite un giro lateral de 45 grados, una bocacha de gran eficiencia y un guardamanos de tipo ultraligero, siendo su precio en origen de solo 2.500 dólares.
Para mejorar las capacidades de los distintos sistemas de armas se mostraban complementos de lo más diverso. Vimos el conjunto de puntería ECO (Enhanced Combat Optic) de la firma NcSTAR que conjuga un visor compacto con canales de emisión láser y un rail superior en el que situar pequeños sistemas de referencia de punto rojo para situaciones CQB.
Estamos muy acostumbrados, pese a tener conocimientos exactos de la materia, a afianzar lo que es el Poder Aéreo en una opción muy concreta del mismo: los cazabombarderos y las armas que portan. Craso error, pues pese a su importancia, tanto en cometidos ofensivos como defensivos, sus capacidades las pueden sustentar sólo con otras aportaciones que son tan relevantes como las que ellos apoyan.
En estas páginas vamos a centrarnos en un elemento un poco “oscuro y desconocido” de la organización del Ejército del Aire (EA) español. En varias ocasiones, a lo largo de los últimos años, hemos solicitado visitar alguno de sus asentamientos para conocer en detalle como son y algunas particularidades de los que allí trabajan, aunque siempre se nos ha denegado la correspondiente autorización. Pese a ello, y dejando ya constancia de esa limitación concreta, nos hemos decidido en estas páginas de SOLDIERS-Raids a presentarles a determinados protagonistas del Sistema de Defensa Aérea español, una estructura en la que se incluyen elementos de Mando y Control, avanzados sistemas de comunicaciones y, como no, los propios radares que dan cobertura a lo que es la vigilancia del espacio aéreo propio y de las zonas adyacentes de especial interés.
Trabajan en beneficio español y también en el de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en la que el EA participa con distintos medios. En el caso de las trazas generadas por los equipos propios, apuntar que se envían a elementos multinacionales para conformar así una “película” más precisa de lo que acontece en cada momento, para así poder actuar con más precisión y consecuencia.
Casi por casualidad me enteré de la existencia del emplazamiento al que me voy a referir en estas páginas. Viajaba a California por trabajo y estaba buscando museos de índole militar para visitarlos y poder realizar los reportajes que habitualmente publico en esta sección. No muy lejos del pueblo donde iba a pasar un par de jornadas, Barstow, se encuentra la populosa ciudad de Las Vegas. Allí, se me ofrecía una oportunidad concreta, aunque para ello tenía que viajar casi dos horas de ida y otras tantas de vuelta; un mediodía, sin comer, aproveché y me decidí para hacer ese trayecto y visitar el museo en cuestión.
Se le conoce como National Atomic Testing Museum (NATM) y es un lugar bien distinto de lo que estoy acostumbrado, pues surgió, a mediados de la última década del siglo pasado, pensado por y para el visitante y buscando atraer al mucho turismo que visita la ciudad donde está por otros motivos, especialmente el juego y la diversión. Desde hace poco, y gracias a una autorización rubricada por el presidente Barack Obama, su nombre incluye la palabra National que sólo tienen treinta y seis en total dentro del territorio estadounidense.
Hacer entender a quien lo recorre lo que ha sido la carrera por el desarrollo de las armas nucleares en el estado de Nevada sería uno de los principales objetivos de este lugar, aunque complementariamente al propio museo se ofrece el recorrido llamado “Area 51” -allí no se pueden tomar imágenes por lo cual no hay ninguna en estas páginas- donde se cuestionan algunos aspectos sobre la posibilidad de contactos extraterrestres y se relacionan los avistamientos con los diferentes programas de desarrollo de aviones militares “especiales” de la United States Air Force (USAF) en décadas pasadas.